sábado, 10 de enero de 2015

Un Rayo para Mi Cueva

Fotografia de J.L. Romero



Se fue la luz,
el brillo, el sol.
Se fue el sonido
tras la última campanada.
Silencio y oscuridad,
ni rayo,
ni explosión de trueno,
ni un ruido.
Nada.



Quiero asomarme
palpando a la ventana.  
Todo oscuro,
inexistente,
mudo.
Nada.


Esa oscuridad que Saramago
ya vio y llamó
ceguera.
Pero no estoy ciego,
veo la oscuridad.
Y no estoy sordo
oigo el silencio.

Es el mundo el que se oculta,
ni que le vea
ni que le oiga quiere
mientras insulta
mi deseo de ir comprendiendo.
Pero él mismo me sugiere
que está aquí,
y no le entiendo.
Sé que está aquí
porque no
le entiendo.

Oculto
pero aquí.
Y necesito un indulto
al viejo viento
que traiga para mi
una razón nueva,
un nuevo aliento,
aunque solo sirva
para iluminar mi Cueva,
mi rincón,
mi metro y medio,
y buscar ahí la huella
de los sueños
de los tiempos de la luz,
que si la eternidad sella

empiezan a estar muertos.

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