sábado, 3 de enero de 2015

La fruta de la ruta


Parece un recorrido corto este,
en Arroyo mis juegos,
marcando la subida
desde allí, de lejos,
clara, contundente, fuerte,
sin saber cuándo de verdad
llegas a la cumbre.


Y luego lento miras
abajo,
quieres bajar lento,
muy lento esa montaña
porque en el valle
solo te queda mirar atrás,
arriba,
tratando aún de saber
dónde estuvo la cima.

Parece un recorrido corto este,
escaso
para mezclar los cambios
del sueño al hecho,
del deseo al imposible,
del logro al parcial fracaso
de dónde no llegamos,
de dónde no medimos los pasos
ni amamos.

Parece un recorrido corto este,
pero suficiente para desear,
ansiar, lamentar,
asumir,
crecer y creer.
Corto para soñar
excesivo para vivir,
justo para envejecer.

No hay mapas,
tampoco hitos
que señalen las cumbres
ni los valles que atravesemos
entre silencios y gritos.
Los ríos manaran
tras nuestras huellas andadas.

La ruta no está marcada,
su tamaño no está escrito
ni la calidad del sendero.
Tendrá que ser tu mirada,
tu palabra, tu sonrisa
y el gesto certero
la forma de indicar
que has entendido el rito
que nos permitirá ir pensando
si la fruta de la ruta ha sido escasa
o se excedió el frutero
para un camino tan finito.

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