no
cuentes al mundo lo que sabes
lo
que cada noche ves
cada
vez que te asomas
entre
esas nubes.
Calla
luna, guarda silencio
sobre
esos amores secretos
que
se ocultan en el bosque,
en
el callejón, en las plazas
oscuras
de la noche.
No
cuentes, luna,
el
movimiento de esos aceros
hacia
los corazones que tú iluminas.
Los
cuchillos que anticipó Federico,
antes
de que iluminaras su pecho,
y
que aprovechan tus rayos certeros
para
encontrar el daño
eterno
de las heridas
ocultas
en otros lechos..
Silencio
luna,
no
descubras los secretos,
los
pocos que aún quedan
entre
los arbustos
o
en las arenas,
piedras
rodadas, rozadas, erosionadas
por
el eterno salado baño,
o
en las ciudades,
con
las cartas marcadas
por
los tiempos del engaño.
Calla
luna,
no
otorgues lo que te pidan,
sigue
tu camino
buscando
otra oscuridad,
otras
traiciones,
otros
destinos
de
secretos romances,
otros
aún enteros corazones
en
el otro lado de la vida.
Calla
luna,
no
adelantes nuestras glorias
ni
descubras nuestros infiernos,
no
nos condenes
a
la evidencia de nuestras tristezas
y
bobas sonrisas encubridoras
del
derecho sempiterno
que
nos permite dudar.
Sin
ti, luna, la oscuridad nos ayuda
a
mentir y soñar con una belleza
que
tú te empeñas en anular.
Ocúltate
luna,
devuelve
la oscuridad
a
la noche
y
no hagas el derroche
de
una equivocada lealtad
a
éste hombre,
cansado
de mentir, callado por callar,
cómplice
del crimen
cotidiano,
eterno, predecible
de
matar, silenciar,
arrojar
la oculta verdad
a
dónde tú no llegas, luna,
a
la mayor profundidad de la mar.
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