de mujer que despierta,
tras la duda,
en un susurro de palabras incandescentes.
Sangre
que asciende para redondear,
en una caricia,
un apasionado beso de múltiplos escollos
y más múltiples secretos.
Gesto invertido,
de complicidad
y desbordante consentimiento,
recogido en una brisa
y trasladado hacia los mundos.
Gloria absoluta
de poeta, y dios radiante,
que recoge tu cuerpo,
lo traslada sin moverte
y lo realiza nuevamente
en un secreto eterno
que completa tu definición
de mujer amada
y amante.
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