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Fotografia de J.L. Romero |
Al final nos atormenta el
silencio del testigo: no sabemos cómo contarnos la historia, aunque sea nuestra
historia, mil veces expuesta ante el abstémico muro.
Sé que el Mundo está aquí porque
no lo entiendo, desde la decepción que cuento a las cien tórtolas y desde el
silencio impuesto por la tristeza del poeta, sólo me queda gritar dónde vea una
trampa y esperar que alguien que pasa por mi vida me lo agradezca.
O no.
Eso sí, desde la ventana de Mi
Cueva.
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