Ahí
fuera el mundo,
el
organizado caos,
la presión cotidiana
de llegar,
el objetivo
rotundo
de subir,
avanzar
Ahí fuera está
la guerra
pausada y
silenciosa,
el esfuerzo
diario por querer
huir de la
muchedumbre,
salir del
desencanto.
Ahí fuera está
el silencio
deshonesto que quiebra
los sueños, el
llanto,
la niebla en la
cumbre.
Aquí, en mi
reino
de las cien
tórtolas
yo aguanto
al calor de la
lenta lumbre.
Ese caos está
tras la verja
pero el chivato
se cuela en mis redes
y me cuenta esa
necesidad vieja
de oprimir y
dejarse girar
en esa tómbola
injusta del
circo.
Yo estoy en el mío,
el de las cien
tórtolas
y catorce
mirlos.
Haced vosotras
el revoloteo,
anidad,
preciosas aves,
indultadas de
humanos mientras yo lo sea.
Pero no me
contéis nada
de ahí fuera.
Callad y salvad
Casabas de la locura
de las luchas
rotas,
de esos sueños
quebrados,
del aire lejos
de vidas remotas
y apostar por
nuestra cordura
en este reino vuestro,
aquí, tranquilas
en un silencio
honesto.
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