sábado, 7 de febrero de 2015

Casabas

Casalgordo y Montes de Toledo



De las costillas del abuelo
he fabricado un hábitat,
un rincón resucitando la tierra
ya baldía,
dura y sin cortes.


Ahora mira a la sierra
desde su arboleda
guardando el silencio de la noche
y protegiendo a las aves del día.


Hacia Casalgordo, despacio,
se acerca tu huerta, tu huerto
que ahora es mi espacio,
abuelo.
Aquí quiero mezclar
tus sudores de años,
secuencias de tus anhelos,
en el agua de siglos caliza,
cerrando del ciclo la puerta
con mis cenizas
al viento entre las ramas.
En la misma tierra del origen
tu nombre para mí,
abuelo Ricardo,
tu mote para la huerta
de Sabas, Casabas.
La tierra nunca está muerta
á veces, sólo cansada.

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